“No comimos y no tomamos agua por una semana”
Luis A. Alvarado, es un ex combatiente de
Malvinas, que le tocó ser prisionero de los ingleses.
Fotografía enviada por el entrevistado
Luis, actualmente vive en la ciudad de México,
en el centro histórico. Tiene 53 años, es diseñador gráfico y da clases en dos
universidades importantes de dicho país; UAM (Universidad autónoma de México) y
Centro, cine y TV.
Tomaba mates en su sillón con sus tres perros que saca a pasear todos los días, según cuenta, en una sala que comparte cuando lo visitan sus amigos. Allí, se pueden observar sillas de distintos diseños. “Son todas diferentes, fabricadas en los años ‘70” –manifiesta.
Tomaba mates en su sillón con sus tres perros que saca a pasear todos los días, según cuenta, en una sala que comparte cuando lo visitan sus amigos. Allí, se pueden observar sillas de distintos diseños. “Son todas diferentes, fabricadas en los años ‘70” –manifiesta.
Se mueve con la misma soltura con la que da clases. Viste una remera negra y un jeans oscuro.
Eran las 12 horas en México, en primavera, con un
sol que irradiaba el lugar, ya que su departamento es amplio y muy iluminado.
Tiene una sala en la que guarda todos sus libros y proyectos de sus alumnos, la mayoría son manuales de la historia del diseño, una materia que le interesa mucho.
Una zona del departamento
Tiene una sala en la que guarda todos sus libros y proyectos de sus alumnos, la mayoría son manuales de la historia del diseño, una materia que le interesa mucho.
- ¿Había escuchado algo de que
iba a haber una guerra? ¿Lo veía como una posibilidad?
- No,
para nada, tenía 18 años, imagínate estar esperando que empiece una guerra…
–queda pensando.
- ¿Lo que escuchaban era todo
bueno en ese momento?
- Se
empezó a escuchar una interna en la base aérea donde yo estaba de soldado, que
iba a haber una operación que se llamaba “Malvinas”, nosotros (por él y sus
compañeros), no sabíamos qué era. Había una actriz en esos años que se llama Malvina
Pastorino, era la esposa de Luis Sandrini, uno de los cómicos más importantes
de Argentina, entonces todos bromeábamos que íbamos a visitarla, no había una
idea cabal de que iba a haber un enfrentamiento con Inglaterra. En marzo se
confirmaron los rumores y ya todos sabíamos bien de qué se trataba.
- ¿Qué día los trasladaron y
cómo?
- Primero
nos llevaron a Río Gallegos en un avión. Fuimos con la idea de que íbamos a
aterrizar en las Islas, estuve dos días pensado que estábamos allí, sin
embargo, seguíamos en Río Gallegos. Nadie nos había dicho nada. Estuvimos
alrededor de un mes ahí hasta que nos llevaron a Malvinas en un avión
“Hércules”.
- ¿Qué hablaba con sus
compañeros al momento de partir?
- Puras
tonterías (risas), en general mis compañeros eran como yo, muy pocos tenían
idea de qué era una guerra o lo que podía llegar a pasar. En el ambiente nadie
pensó que Inglaterra iba a llegar con toda su flota, hubo mucha sorpresa, en
realidad pensábamos que esto (la guerra) iba a durar tres o cuatro días y ya se iba a terminar, no había mucha
conciencia.
- ¿En qué parte de las Islas
estaba?
- Llegamos
al aeropuerto y estaba completamente destruido. La pista no estaba averiada,
pero había pozos del tamaño de una habitación grande, hasta de aproximadamente
tres metros de profundidad.
- ¿Cuándo empiezan a enterarse
que iba a haber un enfrentamiento cuerpo a cuerpo? ¿Qué se pregunta un soldado
de 18 años en esa situación?
- Eso
se fue enterando después, la gente de fuerza aérea no teníamos enfrentamientos
así porque abastecíamos unos cañones antiaéreos
que estaban en la pista de aterrizaje. Los combates más fuertes lo
sufrieron ejército y parte de marina, si hubieron balazos a 100 metros de
distancia por parte de aérea, pero a mí no me tocó eso.
- ¿Cuándo se da cuenta que
perdieron y eran rehenes de los ingleses? ¿Cómo era el tema del idioma?
- El
día que nos hicieron entregar el fusil, ahí nos dimos cuenta que realmente se
había terminado todo y eso fue ya oficializada la guerra, los ingleses nos
hacen firmar la rendición, entregar los fusiles y nos llevan a una isla donde
está la plancha de aterrizaje, ahí ya no teníamos armas, ni comida, ni agua.
Alrededor de siete mil soldados se calculaba que había. El tema del idioma fue
bastante difícil porque ninguno de nosotros hablaba inglés, entendíamos dos o
tres palabras, era todo gesto y ninguno de ellos hablaba español. Igual nos
comunicábamos a través de señas, había maneras.
- ¿Cuánto tiempo los tuvieron
prisioneros?
- Estuve
como una semana en varios lugares. El más terrible fue una especie de galpón de
ferrocarril, donde éramos trescientas personas en un espacio muy pequeño.
- ¿Les daban de comer? ¿Cómo los
trataban?
- Eran
bastante serios… Lo de la comida fue un desastre, no comimos y no tomamos agua
por una semana. Un compañero pudo conseguir una lata de duraznos y tomábamos el
líquido. Para mí fue lo más rico en ese tiempo.
- ¿Cómo continuaste tu vida?
- Y…
estoy en México, algo raro (risas). Ahí (en Malvinas) me di cuenta que hay que
pensar un poco más, hacer las cosas que a uno le gusta, estudiar y no ser tan
“pajarito” como cuando me llevaron. Si hubiera sido consciente de lo que iba a
pasar, me hubiese escapado.
- ¿La guerra tuvo influencia en
la decisión de ir a vivir a otro país?
- Sí,
me cambió la cabeza en muchas cosas, decidí terminar una carrera universitaria
que me gustaba, me hizo interesar más por la historia y por la geografía. Lo
que rescato de allí es que fue una buena oportunidad para darme cuenta que
había cosas que cambiar.
- Las comidas y cartas que mandaron
las familias, ¿llegaron?
- No,
nunca llegaron –concluyó.
Realizada por Camila Butassi, estudiante de Periodismo
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